Como parte de estas fechas, el Pan de Muerto se vuelve infaltable, por lo que en La i te contamos su historia.

Uno de los manjares más añorados en estas fechas, es el Pan de Muerto, un delicioso postre que adorna los altares mexicanos y es que este milenario alimento viene de las épocas prehispánicas, aquí te contamos su origen.

Su mismo nombre explica su origen y es que la relación con los muertos es indudable, ya que se hacía con la sangre de los sacrificios humanos como ofrenda para los dioses, combinado con amaranto molido, maíz y con forma de tortilla llamado “mariposa” o “papalotlaxcalli”.

Con la llega de los españoles a Mesoamérica, el pan recibió una considerable modificación debido a que ya que sustituyó la sangre por azúcar roja, para que simbolizará este líquido.

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Por el lado de España, ellos igual tenían una serie de panes hechos a base de trigo llamados: panes de ánimas, los cuales se ofrecían a los seres queridos que habían pasado a la otra vida durante el Día de Todos los Santos y de los Fieles Difuntos.

Durante la época de la colonia la receta se “olvidó” y no fue hasta el siglo XX, más en específico en 1938 en el recetario ‘Repostería Selecta’, de Josefina Velázquez de León, fue incluido como parte de una recopilación de comidas originarias de pueblos ancestrales.

En 1951 se dio a conocer la primera imagen de este manjar, cuando Gustavo Montoya pintó ‘Bodegón con panes mexicanos’, un oleó donde se vio por primera vez lo que conoceríamos como Pan de Muerto, el cual consiste un bollo y una cruz formada por huesitos.

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A día de hoy, se elabora con harina de trigo, leche, hueco, levadura, sal, mantequilla y un toque de anís y naranja o esencia de azahar, como recuerdo a los difuntos.

Cabe recalcar que no solo hay una forma de hacer el Pan de Muerto, ya que cada estado cuenta con su propio estilo para prepararlos.

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