A un año del fatal accidente en el periférico, en que una combi de Mérida-Dzununcán fue embestido, sobreviviente narra su historia

MÉRIDA.- Elena Bacab May, de 48 años de edad, repasa los segundos que se hicieron eternos, desde el momento que sintió la brutalidad del impacto, de aquél accidente en que fue chocada la combi de Mérida-Dzununcán, hasta el instante en que perdió la conciencia.

Entonces sus ojos comienzan a llenarse de lágrimas, su corazón late más aprisa y la voz se le quiebra, las piernas le flaquean y siente un profundo dolor.

Aquella tarde del 30 de julio de 2021, justo el día de su cumpleaños, Dios le regaló una segunda oportunidad, una que muy pocos de quienes en ese instante viajaban a bordo de una unidad de transporte colectivo de la ruta Mérida-Dzununcán tuvieron cuando fueron embestidos por un tráiler en el Periférico de Mérida.

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Aquel accidente de facto cobró la vida de cuatro de los 14 pasajeros y el chofer que iban a bordo de la camioneta habilitada como taxi, y en 24 horas veía duplicado el número de fallecidos.

Fue uno de los hechos de tránsito más graves sucedidos el año anterior en la entidad y particularmente en el Periférico de Mérida, no solo por el número de víctimas mortales y la gravedad de la lesiones de los sobrevivientes, sino por las circunstancias que lo rodearon.

Previamente había protagonizado otro accidente

Como informamos, el pesado transporte de carga que embistió al colectivo estuvo involucrado horas antes en un accidente de tránsito en otro punto de la entidad, donde resultó lesionada una persona en una camioneta que transportaba productos químicos. Lo dejaron ir…

Al conductor del tráiler, presuntamente intoxicado con algún enervante, las autoridades policíacas que respondieron al llamado le permitieron seguir su camino debido a que la aseguradora de la unidad se había hecho cargo de la situación.

Nadie podría siquiera sospechar lo que más tarde ocurriría en el Periférico.

Víctima narra su historia

El cuerpo de Elena está lleno de cicatrices, algunas son del accidente y otras de las múltiples cirugías e intervenciones que le practicaron para salvarle la vida.

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Le reconstruyeron un tobillo, tiene una placa de metal y clavos en una clavícula, una lesión cortante en la tráquea y por debajo del maxilar inferior, desprendimiento parcial de una oreja, una lesión en la parte trasera del cráneo, entre otras.

Elena está convencida de que Dios le regaló el don de la vida nuevamente en la fecha de su cumpleaños, que ha quedado dolorosamente marcada para siempre.

Según relató, está viva porque estaba de pie en el momento del accidente, la mujer que estaba junto al lugar que desocupó y otro pasajero fueron quienes recibieron de lleno el impacto y murieron instantáneamente.

Ella estaba de pie porque estaba exigiendo parada debido a que el conductor del colectivo, según recordó, manejaba de manera temeraria y a exceso de velocidad.

Luego recordó que el taxi rebasó al tráiler mientras subían el puente de Periférico con calle 50 Sur, pero al bajar del mismo, el pesado camión embistió por alcance al colectivo, que se incorporó al carril de extrema derecha para orillarse y bajar pasajeros.

Elena nunca vio qué fue lo que les pegó. Lo único que recuerda fue un golpe brutal, los pasajeros cayéndole encima por la inercia, vidrios volando por todos lados, el sonido del metal arrastrándose varios metros, la puerta abierta de la unidad y ella saliendo despedida; segundos que parecieron eternos… después solo silencio y oscuridad.

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No sabe cuánto tiempo estuvo inconsciente, pero cuando despertó se encontraba recostada a un lado del acotamiento, con múltiples fracturas e imposibilitada de moverse.

Alguien le dijo que vieron cómo dos personas que llegaron a ayudar, al ver la magnitud del accidente, la alejaron de lo que quedó del taxi, del cual salieron ilesos el chofer y el pasajero que viajaba a su lado.

“Un regalo de Dios”

El recuerdo resulta doloroso para Elena, aún no entiende cómo es que está viva, solo se lo explica como un regalo de Dios. Madre soltera, de oficio trabajadora doméstica, diabética, Elena cuida a su pequeña nieta desde antes del accidente, luego de éste la vida ya no sería igual para ella.

Sin seguridad, ninguna prestación y sin más apoyo que el seguro de viajero del taxi, hace unos meses le informaron que éste alcanzó el límite de la cobertura ($450,000, según el FUTV). El fondo se acabó con las cirugías, materiales y curaciones que le fueron practicados en una clínica privada de Mérida, más nunca recibió una silla de ruedas, ni siquiera un bastón que tanta falta le hace para desplazarse. Su recuperación ha sido lenta, dolorosa y económicamente costosa.

Para sostenerse ha tenido que empeñar todo cuanto pudo, se ha endeudado a tal grado que la desesperación le está causando un estado de estrés que le ha llevado a considerar alguna vez la posibilidad de quitarse la vida, pero su fe le ha apartado de esa idea.

Por si fuera poco, judicialmente el proceso del accidente continúa sin que hasta ahora la Fiscalía determine culpables, deslinde responsabilidades y se indemnice a deudos de fallecidos y a lesionados.

“Somos nada, valemos nada”

Somos nada, valemos nada, significamos nada, no somos personas ni seres humanos porque no estamos estudiados, no tenemos dinero, no somos alguien importante; a las partes involucradas no les interesa lo que sufrimos o padecemos, a la justicia no le importa prolongar nuestro dolor, nuestra incertidumbre”, expresó.

Con información de Emanuel Rincón

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